El número lo ubicó incluso por debajo de fuerzas menores como la Izquierda, Fernando Burlando, Florencio Randazzo, Santiago Cúneo y hasta Alberto Samid, en un resultado que dejó expuesto el error estratégico de romper con el espacio mayoritario. Su aventura personal, pensada para construir proyección y “diferenciarse”, apenas sirvió para debilitar al peronismo en un momento clave.
La derrota fue doble: personal y colectiva. Mientras Diego Santilli (La Libertad Avanza) logró imponerse en la provincia de Buenos Aires sobre Jorge Taiana (Fuerza Patria), Gray no consiguió retener ni su propio bastión. El resultado en Esteban Echeverría —donde su boleta quedó relegada detrás de los dos principales frentes— fue una muestra contundente del rechazo de los vecinos a su jugada individualista.
Lo más llamativo es que esos escasos votos que cosechó por fuera hubieran sido suficientes para evitar la derrota de Fuerza Patria a nivel provincial. Con apenas el 0,89 % adicional, el peronismo habría podido revertir el resultado y conservar la primera minoría bonaerense. La ruptura de Gray, lejos de fortalecer su perfil, terminó debilitando a todos.
En el peronismo bonaerense muchos ya le pasaron factura. “Habrá que ver si los compañeros se lo perdonan”, se escucha entre intendentes y dirigentes que recuerdan que la unidad, tantas veces invocada, se mide en los hechos. Gray apostó al corte y perdió: no sólo las urnas lo dejaron solo, sino que su propio distrito le dio la espalda.